Tuesday, July 04, 2006

Argentina ha muerto

pensado en CEP

Al desorden le duele confesar que es humano pero insiste en que tal condición se había insinuado en posts anteriores (sólo los hombres y las mujeres pueden prometer). Al desorden no le gusta poner todos los huevos en el mismo canasto, pero debe aceptarlo de una vez por todas. Hemos estado triste. Argentina- razón tenía Federico el premonitor- ha muerto. De que el desorden no vaya al estadio provisto de cortaplumas y bandanas con disposición corporal de absorber el sudor de personas poco higiénicas y ánimo de insultar a ese solitario y ennegrecido sujeto decisor, no se sigue que el desorden sea lo suficientemente autista como para prescindir del mundial de fútbol. Y aunque no reaccionemos con la delirante vehemencia de Felipe Bianchi -esperen post aparte al respecto- algunos resultados logran conmover a esta sensibilidad.
Sólo un ciego –incómoda metáfora que el desorden no termina de aceptar- podría ignorar el hecho de que cuando juega Argentina lo hace también Borges. Están en la cancha además Tristán- el humorista que pasea por Corrientes después de su función saludando a los diareros-, Adolfo Bioy Casares -que comenta los pormenores del partido algo distraído con la atención en algún cuerpo de mujer-, Silvina Ocampo -más fervorosa que su marido Adolfo y cada vez menos celosa. Juega Maradona, moderna versión de Dionisio, el éxtasis de la carne, el cuero que toca al cuero. Están los taxistas mitómanos con más propensión a convencer al turista de cuestiones que no han hecho pero con que sueñan, que a robarles dinero o alterar el taxímetro. Están todos los especialistas en temas que no habían tenido la suerte de conocer hasta el mismo momento en que la vida los ha obligado –sólo los argentinos son sensibles a ese constreñimiento- a improvisar una teoría explicativa y muchas veces auguradora. Están también los maestros carniceros que miran con declarado aire de superioridad a los cirujanos. Las mujeres que son todas pura extroversión, tanto en lo físico como en lo psicológico, como diría estupendamente cualquier futbolista argentino con chapita. Es innegable -y por supuesto indemostrable- que cuando juegan los once elegidos –casi siempre malamente- está jugando Argentina.
También es obvio que no puede decirse lo mismo de la mayoría de las demás selecciones. Por ejemplo, a quién se le podría ocurrir que los hábiles brazos de Lehman actúan orientados por la pena de Holderlin, por la violencia de Federico Nietzche o por la ambigüedad de Goethe. A lo más podrá reconocerse en el equipo alemán al Heidegger que juró que sólo podía pensarse en alemán y que nunca pudo dejar de rezar el padre nuestro. Inglaterra sólo alcanza a mostrar lo más desclasado de su pueblo. Es un fútbol sin el humor inglés, sin la fantasía analítica de De Quincey, sin las libertades de Wilde. Más se parece al país que es hoy, a ese aliado doliente de EEUU que acata sus decisiones y se pregunta todos los días por qué ellos han de seguir las flechas norteamericanas y no al revés. Es el Luto del desorden, es la pena, es la convicción de que ha llegado el fin de la historia del fútbol –ahora sí que sí señor Fukuyama-, por lo menos por cuatro años. Es la página que se cierra y la promesa de muchas que han de abrirse, aquí mismo, en el desorden.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Extraordinario post !!! ....me sumo y empapo de la pena y tristeza que lleva consigo el desorden.
Felicitaciones al comentarista de deporteliterario, no hace más que sorprenderme nuevamente con la calidad y creatividad de su blog !

7:20 PM  
Blogger AKS said...

Lo ven? Dónde más podría darme el gusto de leer algo tan entretenido. ¿Ah?

Así es. Porque el fútbol es parte de la idiosincracia del argentino. Parte de su folklor, de su cultura.

Todo se funde y sale a la cancha personificado en esos 11 tipos.

Por eso yo también sentí su eliminación y el mundial ya no fue lo mismo a partir de eso.

Saludos.

4:05 PM  

Post a Comment

<< Home