Tuesday, October 03, 2006

“Lugares Comunes”

Andrés no se siente cómodo, suda mientras repasa una y otra vez las notas en que escuetamente resumió las horas de asesoría comunicacional que los del segundo piso de palacio le sugirieron. Intuye que esto de encantar serpientes nunca fue lo suyo, que su rostro adusto, de cejas gruesas y nariz plana, no emocionan al respetable; que su tez no es lo suficientemente morena como para disimular su buena cuna; que el ritmo impostado que vio frente al espejo no iba a desaparecer por arte de magia frente a las cámaras. En fin, que de político tenía poco – recuerde que hace unos meses le espetó a una senadora “ustedes los políticos no entienden nada”- o nada.
Mas, una secreta circunstancia le tranquilizaba: el convencimiento de que ya sabía todo lo que se debe o no hacer a la hora de dirigirse a las grandes audiencias. Halpern le había recomendado un par de libros, un colega de Harvard, emailiado otros tantos papers: que las manos (se levanta sólo una de vez en cuando para enfatizar (se ve además más dinámico), y las dos porque algunos sugieren que recuerda a Lagos y se podría “colgar” de su “llegada”); …que la corbata tornasoleada agradará a los quintiles de b2 en adelante, y desagradará al nada representativo abc; …que el ejemplo para que se entienda , y así sacarse el estigma de técnico; …que Ema, su nueva hija , oh sí!, Ema también, no importaba, él iba a hacer todo lo que estuviera en los manuales, y en las teorías más novedosas para captar a las audiencias.
La política -se repetía a ratos- en especial ese subgénero del discurso, no podía ser tan distinto a la economía u otra cualquiera disciplina intelectual. Por medio del estudio razonado, se debería llegar a dominarla de tal manera de producir un efecto similar al inflamante discurso de cualquier carismático líder de turno. En fin –pensaba mientras un brillo ambiguo trataba de forzar en sus ojos- él se proponía nada menos que a domar a la política desde las riendas de la técnica, y, a la vez, silenciar de una vez por todas a aquellos que, como Peña, don Carlos, sostenían que no se debía confundir el policy making con la política.

¿Lo habrá logrado nuestro egregio ministro? ¿Es esta la embestida final de los tecnócratas? Hágase parte de los poderes del estado, y Juzgue (por Vd. mismo).

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Nunca más apropiada la costumbre mexicana de llamar sacos a los trajes.
Cafe tacuba, banda mexicana ha extremado las cosas para componer "traje desastre".
En fin, consultar el sastre adecuado le puede servir para no parecer una bolsa de gotas cuando se es en verdad un ministro culto.

11:38 AM  
Anonymous Anonymous said...

Traje Desastre fue compuesta por Los Tres, no?

10:29 PM  

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