Thursday, June 01, 2006

óscar wilde (on)

goza del carácter de incancelable

Lo dijo un salvaje: "Hay sólo una cosa peor que asistir a una fiesta aburrida. NO estar invitado." No es tu caso. Hay caso. Hay fiesta.

5 Comments:

Anonymous Anonymous said...

En vista de que el desorden ha dado palmarias muestras de gustar, como Michelle, de la participación ciudadana, me atrevo a hacer algunas sugerencias para su incancelable -y tantas veces cancelada- fiesta.
Sería de la mayor fidelidad con su estilo el que, en la entrada de la fiesta, un agitado grupo de activistas (y, de ser posible, con algún lumpen infiltrado) bogue por la cancelación de la fiesta.
Confirmaría el ánimo fiscalizador del desorden que uno que otro comensal, mandatado al efecto, identifique en el accionar de los asistentes comportamientos que revistan difícil validación, para, más tarde, proceder en la sección creada al efecto.
Propongo, en fin, y ya fuera del asunto de la fiesta, crear una nueva sección: "Yo acuso". Permitiría al desorden critalizar, en un nuevo formato, un renovado ejercicio de su ánimo normativo, haciendo, de paso y como gusta el desorden, un sutil guiño a la historia francesa y a la literatura de trinchera.
Agradecido de la no cancelación, se despide cordialmente,

Otro pequeño y mediano contribuyente.

1:18 AM  
Blogger desordendecosas said...

El desorden descarta la idea de considerarlo pequeño y sólo es el pudor y el respeto por la concepción refinada que mantiene se sí mismo, lo que nos obliga a llamarlo mediano contribuyente o, con alguna pertinente economía, MC. Usted lo sabe mejor que nosotros. Los Masters of Ceremony (MC) son la moderna versión del roxtar.
En relación a su contribución, la aplaudimos. La idea de negarnos a nosotros mismos, incluso de negar nuestras negaciones como lo pretende su propuesta consistente en que nosotros mismos popiciemos el rechazo por parte de la ciudadanía a la idea de dotar a una fiesta del status de incancelable, es la tentación más peligrosa y recurrente en la atribulada cabeza del Desorden.

El lumpen no puede estar ausente - por cierto, sí convenientemente excluido- de ningún evento que pretenda desarrollarse, aunque sólo parcialemente, en el espacio de lo público.
Respecto a la fiesta como una instancia de recopilación de contenido, nada más cercano al espirítu que guía los ojos del desorden.
La cración de una de un microclima normativo, en que podamos establecer propias condiciones de imputabilidad y sensibles requisitos de procedencia, para poder echar a andar la máquina moledora de almas, es el destino inevitable y fatal de la página. A diferencia de lo que pretendió Emilio, el nuestro quiere ser un movimiento finamente institucionalizado en que no sólo acusemos, sino que, y cortando con una diferenciación de roles artificial, juzguemos, en sentencia pasadas en fuerza de alma juzgada.

El desorden lo saluda

5:35 PM  
Anonymous Anonymous said...

No quisiera yo insistir mucho, al punto de insuflar artificialmente una querella. Sin embargo me permito, no por animadversión alguna al distinguidísimo desorden, sino por exigirlo el rigor histórico, hacer a su réplica, un pequeño alcance.

Es el caso Dreyfus, como el desorden sabe de sobra, el que da pie a las célebres líneas de Emilio. Es su J`acusse, junto a un irrefrenable movimiento intelectual (movimiento con el que -ya entenderá ud. porque lo menciono- el desorden cuenta como el que más), el que permite el surgimiento de un nuevo cuerpo juzgador, llamado a revertir un flagrante caso de error judicial. El tan conocido alegato produce, pues, la configuración de un renovado espíritu arbitrador, al que permea plenamente.

La acusación labrada en una mezcla precisa entre el refinamiento del estilo y la pasión rabiosa -elementos constitutivos de este estandarte de la esfera pública que es el desorden- permiten a quien acusa reformar (y, por qué no, crear) las instancias de quienes están llamados a juzgarlas. Sólo una acusación mediocre, propia de un alegato forense, indigna del desorden, está dirigida a un tribunal preconstituído. Otros ejemplos lo confirman, esta vez, como defensa a una acusación; recuerde usted, más cerca en la historia y en las leguas, a aquel joven barbudo que señalará a la historía como la jueza que habría de absolverlo, y terminó, como predijera, absuelto por los tribunales de una historia que él mismo forjó.
Distinguido desorden: acuse, defienda, juzgue. Sea, si lo quiere, nuestros cuatro poderes del estado. Cuenta usted para ello con otra humilde contribución, mi voto.
Es todo cuanto puedo decir. De las almas y las sentencias prefiero no pronunciarme, de modo tal de no perturbar los ánimos de los distinguidos lectores que, como yo, desconfían de todo esoterismo.
Les saluda con toda cordialidad y especialmente agradecido del nuevo nombre que, como el bautista, me han dado
Suyo,


MC.

5:19 AM  
Anonymous Anonymous said...

Algunas consideraciones.

El contribuyente aquél, no amerita a mediano, quizás, ni siquiera a mínimo. Qué afrenta a la autoridad moral del Desorden. Me temo que aquél anónimo no busca más que un "orden de cosas". No se moleste el desorden en discurrir demasiado en sus observaciones, empláselo a crear su propio blog, con sus propias secciónes. Querido desorden no ampare el descaro.

Es más, cancele la fiesta sólo para él.

5:13 PM  
Blogger desordendecosas said...

En el baile espiritual del desorden el disenso es un paso arriesgado que invita a otro equivalente.
Los méritos intelectuales y culturales de Emilio tienen como jueces a muchas entidades paralelas. Una de ellas es la historia, digamos el conjunto de los juicios que van imponiéndose a lo largo del tiempo. Otro podrá ser el veredicto de los descendientes de Emilio y otra la opinión del desorden, escurridiza y coqueta como una muchacha.
Respecto del barbudo, el tiempo no ha sabido hacer contestemente su labor simplificadora.
No todos los bailes, sin embargo, son espirituales; dentro de éstos, hay algunos incancelables. El desorden los emplaza a asistir.

8:20 PM  

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