Como anunciábamos

El desorden no es pudoroso. No reconoce a la humildad como un imperativo vinculante. Cuando se supera a sí mismo lo dice, y fuerte. Hemos validado nuestro segundo comportamiento, un caso mucho más difícil que el primero y brillantemente resuelto por nuestros preclaros metafísicos de las costumbres.
Además, hemos añadido ingredientes a un tema que puede -quizás esa sea su principal virtud- prescindir de ellos: la palta.
Por último hemos dado pistas en dos secciones tan prometedoras, como un cuadro que nunca me regalaron y que ahora soy capaz de imaginar de cualquier forma, color y tamaño. Hablo de Hagámonos Famosos, donde definimos algunos conceptos con afán estrictamente propedéutico, y Así será en Londres, donde nuestros arquitectos diseñaron una cómoda sala de espera para que el cibernauta no se impaciente.
Agradecemos la llegada de más afortunados comentarios. Recuerden, estamos a la espera del tercer comportamiento. Queremos validar. Y ser validados.